"EL SABER SE DEBE TANTO AL INGENIO COMO AL GUSTO."









sábado, 6 de enero de 2018

ESTRELLA DE ENSUEÑOS

Agranda la puerta, Padre,
porque no puedo pasar.
La hiciste para los niños,
yo he crecido, a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad;
vuélveme a la edad aquella
en que vivir es soñar.
M. de Unamuno.




En años anteriores, solía escribir en la noche de Reyes Magos. Éste año no lo tenía claro pero, la radio y mi amiga Mª V. han colaborado, sin saberlo.
Hoy, han dicho, en las noticias, que en muchos sitios han adelantado la salida de las cabalgatas porque se anuncia mal tiempo, en realidad, un muy mal tiempo con viento y lluvia, pero, a pesar de todo, las calles van a estar llenas, porque la ilusión de los más pequeños por ver a los Reyes Magos supera cualquier contraprogramación o inclemencia, ¡es tanta la emoción! También, han entrevistado a varios niños que contaban que habían escrito muy aplicaditos una carta a sus Majestades de Oriente en la que detallaban todo lo que querían que les trajeran  ya que habían sido buenos, ¡qué lindos son los peques! ¡Y cuánto de especial tiene esta carta a los Reyes Magos! porque, si  en las postales de Navidad y de Año Nuevo, los buenos deseos son para los demás; en la  de los Reyes prácticamente todo es por y para nosotros. 
No sé si a una cierta edad dejamos de escribir esta carta de deseos, de anhelos, de ilusiones, de convicciones  -He sido bueno-; de ansias, de proyectos, de esperanzas... ¡Estamos siempre tan ocupados...!, y  es que escribir una carta como ésta lleva su tiempo, hay que pensar en todo el año. Como ya no somos críos, los recuerdos  se  condensan  en detalles de realidades erizadas porque,  si descartamos los días anodinos, no son tantos los momentos memorables. La vida  domina los relieves y redondea las aristas; el tiempo acompaña; pasa de largo, no se detiene, levanta polvaredas que se arremolinan en los rincones del alma que,  al amainar, una  delgada patina de polvo se fija lenta, suave e inexorablemente en la memoria. La memoria es grata a veces; otras duele, yaga. Por momentos, nos recordamos sublimes, excelsos, insuperables, tiernos, generosos, fecundos; en otros, deleznables, canijos, ciegos, diáfanos, aciagos, ajados, doloridos. El dolor que huela fresco o rancio,  deja siempre sin aire los bolsillos. 
Menos mal que, al menos una vez al año, la Estrella guía los cofres de los ensueños.





1 comentario:

Anónimo dijo...

Bellísimo artículo!!! lo acabamos de leer. En qué he colaborado a que lo hayas escrito? Mil besos. M.V.