"EL SABER SE DEBE TANTO AL INGENIO COMO AL GUSTO."









sábado, 13 de agosto de 2016

SOBRE EXPOSICIONES Y OTROS MARCOS

Este verano me había prometido no atender al termómetro -¡40º qué calor!- para no perderme ninguna de las exposiciones que me apetecía ver: Caravaggio y El Bosco, principalmente. Como era imposible verlas las dos en el mismo día, me acerqué dos días a Madrid para tener, además, la oportunidad de echar un vistazo a otras, porque siempre hay exposiciones interesantes para visitar, pero también para poder verme con personas que siempre me son gratas. 


El primer día, me vinieron a recibir a la estación¡ Qué lujo! y fue  el turno de Caravaggio. Sé de Caravaggio desde que mi profesora de Arte de COU, Elena, nos hablara de este singular pintor lombardo del Barroco del que es difícil olvidarse. Después, lo reconocí  en varias iglesias de Roma y la impresión fue aun mayor al verlo al natural. Luego he vuelto a encontrar algún cuadro suyo en alguna exposición más. Por eso, me pareció una buena ocasión ir a ver esta exposición del museo Thyssen, en el que he disfrutado de inolvidables exposiciones. Sin embargo, tengo que decir que esta de Caravaggio se me hizo demasiado corta y que, al exponer las obras del Maestro al lado de las de sus seguidores del Norte de Europa, las de Caravaggio resultaban magníficas, es por eso por lo que tuve la impresión de que había pocas, prácticamente solo las que se semejaban a aquellos y no hay comparación, claro está.


Después pasé por el Museo Reina Sofía en el que, y en colaboración  con el Centre Pompidou, Musée National d’Art Moderne de París  y con el  Tate Modern de Londres, se exhibía una extensísima muestra de Wifredo Lam (Sagua La Grande, 1902 - París, 1982), iniciador de una pintura mestiza que une modernismo occidental y símbolos africanos o caribeños. Algunos de sus cuadros me eran conocidos pero, otra parte de su obra, no había tenido ocasión de verla nunca y resultó llamativamente sorprendente. Para volver y ver con más calma.



Como tenía todavía tiempo, me acerqué a la Biblioteca Nacional porque había dos exposiciones que me interesaban. La primera 
Los amores a Shakespeare. (Sus primeras traducciones en España)  en la que  la  BNE, en  colaboración con el British Council y en como conmemoración del IV Centenario de la muerte de Shakespeare,  muestra una breve exposición de trece de sus primeras traducciones en España. Los volúmenes, unas verdaderas joyas, preciosos de ver. Muy interesante el texto de Vicente Molina Foix en el que nos revela una anécdota sobre Benito Pérez Galdós , gran admirador de Shakespeare, cuando don Benito visitó la casa natal de Shakespeare en Stratford-on-Avon.

La otra exposición era sobre Roald Dahl (1916-1990): El Genio de los niños que conmemora el I centenario de su nacimiento. De Dahl podemos leer: El éxito de las narraciones infantiles de Dahl se debe a su posición extraordinariamente cercana a los niños que son los verdaderos protagonistas de sus historias y una posición muy crítica hacia los adultos a los que coloca a menudo en situaciones muy ridículas. Las aventuras ya no se producen en islas lejanas sino en la realidad cotidiana. Aunque es recordado especialmente por sus narraciones para niños y jóvenes también escribió numerosas obras para adultos de indudable interés y calidad. Sobresalió especialmente en el cuento corto, con historias impactantes rayanas en la irrealidad y lo morboso o macabro en muchos casos. Sus obras son una mezcla de humor y de tragedia".

De esta exposición recordaré que me permitió ver, por primera vez,  la Biblioteca Nacional: subir las escaleras, franquear la entrada, identificarme para pasar el control de seguridad, pisar el hall y entrar en la única sala a la que tuve acceso: una sala de madera que crujía. Allí se exponían las ediciones de la obra de R. Dahl, algunas muy actuales. Compartían este espacio una serie de retratos de escritores. Al salir de la sala, no pude, a penas ver nada del piso en el que me encontraba, no estaba permitido salirse de los cordones de seguridad.
Al terminar, todavía  tuve tiempo para un frugal ágape, en un local de estos a los que el paso tiempo no le ha afectado y el exquisito gusto de otra época se ha conservado, casi por arte de magia, fuera del alcance de las modas. Lhardy abierto desde 1839 es el primer restaurante de España considerado como tal.

El segundo viaje tenía un guion mucho más sencillo y preciso: una comida-homenaje  y la exposición de Museo del Prado  que conmemora el V centenario de la muerte del Bosco, en la que se puede disfrutar del extraordinario grupo de las ocho pinturas de su mano que se conservan en España junto a excelentes obras procedentes de colecciones y museos de todo el mundo.
Al entrar, las primeras salas estaban repletas de gentes. Los visitantes se paraban, en varias filas delante los cuadros que se exhibían en el centro de las salas y no se despegaban de ellos, ávidos, como estábamos, de no perdernos un solo de los casi infinitos detalles de cada una de las telas de  Jheronimus van Aken (h. 1450-1516), conocido en España como “el Bosco”, que  nació y vivió en ‘s-Hertogenbosch (Bois-le-Duc), una ciudad al norte del ducado de Brabante, en la actual Holanda, a la que vinculó su fama al firmar sus obras como “Jheronimus Bosch”,  ya que cada cuadro, que tiene un tema central y destacado es, asimismo,  un conjunto de diminutos motivos alegóricos, en muchos casos de difícil comprensión y explicación para nosotros, gentes de otra época, lugar y credo.
Tal vez, para mirar y ver mejor estas telas, sería necesario mirar como miraban los cuadros dos niñas, -una de unos once años y otra de, tal vez de ocho- que, acompañadas de su padre y de su abuela, no dejaban de sorprenderse por lo que, a cada momento, descubrían en los cuadros y que. en seguida señalaban para guiar las miradas de sus mayores. El padre iba cogiendo en brazos, a ratos, a cada una de las niñas para que vieran mejor los detalles desde más alto. Ellas estaban felices y su abuela no dejaba de sonreír con cada exclamación de sus nietas.
Para mí, El Bosco siempre ha sido un pintor excepcionalmente  singular, misterioso y también desde siempre me  ha llamado la atención que fuera el pintor preferido de Felipe II. Tal vez, la respuesta sea sencilla y tenga que ver con que yo pienso en Felipe II sólo desde lo que sé de él como rey .

A la salida de la exposición, fuimos a buscar el restaurante. Teníamos que atravesar El Retiro y el Google Maps se desorientó y, nosotros con él. Suerte que estábamos a la sombra de los centenarios árboles del Parque y a que teníamos el básico plano de la oficina de turismo que, a la postre, sirvió para salir del trance.
La comida muy rica, a la altura de las homenajeadas. Esto es lo que tiene aceptar las propuestas de las personas que conocen. Fue un día magnífico: el viaje, la exposición, la compañía... 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un dia maravilloso!!! Gracias por venir, besos y à la prochaine! N