"EL SABER SE DEBE TANTO AL INGENIO COMO AL GUSTO."









miércoles, 27 de agosto de 2014

PURO TEATRO

Lo que tiene apariencia de corriente, en ocasiones, es extraordinario:
El que tres chicas con situaciones personales muy diferentes lleguen a encontrar un hueco para poder ir juntas al teatro y no una vez, sino dos, es una  auténtica proeza, proeza que  pudo hacerse realidad gracias a que la acompañaron  amables gestos:
El que a la más ágil con las tecnologías, se le ocurra crear un grupo de whatsapp: “Un mundo nos espera” con una foto  de la que sólo ella entiende su porqué, ayuda.
El que a las tres nos gusta  charlar un poco tomando un montadito antes de la función para ponernos al día  de lo acontecido después de la última vez, motiva.
El que a las tres nos guste el teatro, aunque no tengamos  exactamente los mismos gustos,  cautiva.
El que las tres sepamos ver las cosas más tirando a blanco, aunque sea roto que tirando a gris marengo, hace que las obras tengan siempre su cuota de redención. 


Pues bien esto ocurrió, en primer lugar, con Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores,(1935) de Federico García Lorca, en la que esta tragedia lorquiana plantea  de nuevo la desdicha vital de una mujer. Rosita cree, de muy buena fe, en la palabra dada por su novio, su primo, de que volverá de Argentina para casarse. Ella lo espera entusiasmada  y va realizando todos los reparativos con mucha ilusión. Van pasando los años pero él no regresa, su primo no cumple su promesa, y sin embargo, Rosita sigue acerrándose a la idea de que volverá,  y no se decide a poner remedio a su soltería,  a lo que el futuro le reserva: la soledad de una mujer soltera y sus múltiples complicaciones, al no aceptar a otros pretendientes.


La segunda ocasión fue con El juego del amor y del azar (1730), una  comédie de sentiments del dramaturgo francés Pierre de Marivaux. Esta comedia, escrita en  prosa,  es la más representada en Francia y en el extranjero de este autor, que ha quedado un poco relejado en la Historia de la Literatura, porque fue eclipsado por  las tres grandes figuras del teatro francés: Molière, Corneille y Racine.
El juego del amor y del azar presenta a Silvia, una joven cuyo padre ha concertado su matrimonio con el hijo de unos amigos. En aquella época en la que las jóvenes poco o nada tenían que decir de la decisión tomada por sus padres sobre con quién se casaban, Marivaux hace gala  de una sensibilidad hacia este tipo de asuntos al dar un toque de modernidad a la obra y  retratar a Orgon como un padre muy considerado, que accede a la petición de su hija Silvia de hacerse pasar por la criada para observar y así conocer mejor a su pretendiente, Dorante, que pasará unos días de visita en su casa. La situación se irá enredando poco a poco hasta presentar situaciones muy cómicas, sobre todo y fiel al género, con las intervenciones de los criados de ambos pretendientes y porque lo que no sabe Silvia es que Dorante ha tenido la misma idea.

Sobre Doña Rosita,  me había dicho una compañera de trabajo que le parecía que le faltaba un poco de fuerza dramática, lo que me sorprendió porque, si algo tienen las tragedias de Lorca, es precisamente fuerza dramática y sin embargo, tenía razón; no sé cómo el director escatimó empeño en hacer surgir esta peculiaridad tan propia del teatro de Lorca.

En El juego del amor y del azar ocurrió  lo contrario. El director resaltó todo lo mejor de esta pieza de Marivaux, metiendo al público en el embrollo, a pesar de que si lo comparamos con las comedias de enredo del Siglo de Oro, Marivaux optó  por un desenlace más largo, tal vez un poco demasiado largo. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Covadonda!
Por el blog, por tus comentarios sobre las tres "chicas", y porque sé que muy pronto volveremos a encontrar ese hueco para vernos y disfrutar juntas de nuestras veladas teatrales.
Un abarazo y hasta muy muy pronto
núria

Covadonga dijo...

Un placer.

Grosses bises.

Covadonga