"EL SABER SE DEBE TANTO AL INGENIO COMO AL GUSTO."









sábado, 25 de enero de 2014

D.O.



La vida nos empuja a cada cual en una determinada dirección y volverse a encontrar, a veces, cuesta de lo lindo, pero, por gracia, en estos días, he podido quedar con mi prima.
Después de tanto tiempo – hicimos cuentas y salieron tres años y medio ya- la mirada se va posando poco a poco en la presencia; reconoces rasgos, te sorprenden otros. Los grandes ojos claros, la sonrisa marcada, siguen delineando los trazos particulares de este rostro todavía joven.
Lo que no estaba y que ahora forma parte del conjunto: el pelo largo, con un baño de color desleído, marcaba un aire descuidado, un aspecto más suelto.  Tal vez, fuera porque era una cena informal  o simplemente, porque es lo que hace la confianza, que nos esmeramos solo en presentarnos con lo que tenemos, con lo que somos. Yo  también fui con lo puesto, tampoco tengo mucho más.

Llegó la camarera. Anotó la comanda. El local se empezó a llenar poco a poco.

-Te veo bien, más guapa- me dijo para mi sorpresa. 
-Gracias, le respondí.
- ¿Y tú cómo me ves a mí?- me preguntó.
- Tú estás más serena- le contesté.

No tardaron mucho en servirnos y la mesa para dos se fue llenando de platillos de bravas, quesos, humus, croquetas caseras de jamón, -aunque las dos prefiramos no comer carne- y dos copas de vino: un Penedés suave y un Campo de Borja bien estructurado;  como si fueran el decorado para que, sin previo aviso, y como en un afán de dejar reposar la tierra, de allanar los corazones; el pasado se colara en esta mesa llena de presentes.  Un pasado sobre el que se hizo varias preguntas y para el que yo, por mi  escasa dedicación al fisgoneo, no tenía respuestas bien ensambladas. A mí, me interesaba más el presente. Un presente que se intentaba apuntalar con  un “ y esto me ha ido bien o eso te ha ido bien”  y que, sin embargo, seguía hablándonos de pasado, aunque de un pasado más presentePero, como el hoy es hoy, ni es ayer y ni mucho menos es mañana; este presente acabó asomando filamentado a los postres, como acompañando a la corriente que sentía cada vez que alguien abría la puerta y podara el avance por sendas ya trenzadas.

Nos despedimos fuera, en la puerta. Ella se fue para arriba, yo para abajo, sumergidas en el anonimato de la calle bulliciosa; como punto y final  de esta grata rencontre de dos D.O., de dos Direcciones Opuestas, que no se sabe cuánto tiempo  tardarán en volver a compartir vida.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

No está nada mal Covadonga.Beatriz

Anónimo dijo...

Gracias Cova,por si no te lo he comentado,tienes un blog muy interesante y aunque es obvio escribes muy bien.Me ha gustado mucho tu post y para mi fue una cena muyyy agradable.

Covadonga dijo...

Gracias, muchas gracias,Besos.